Descubrir soluciones desde una perspectiva creativa, esta es la esencia del Design Thinking o Pensamiento de Diseño, una metodología de resolución de problemas, que partir del trabajo colaborativo, la heurística y la comprensión del contexto permite generar innovaciones en cualquier ámbito empresarial o social.
Si bien el concepto diseño se ha asociado a características estéticas y funcionales de un producto, el Design Thinking nos invita a adoptar la manera en la que los diseñadores perciben las cosas y actúan sobre ellas, aplicando algunas de sus dinámicas creativas, explorando una experiencia problemática desde diferentes visiones y rompiendo con ideas preconcebidas con el fin de generar opciones innovadoras a cualquier dificultad relativa al bienestar de las personas. Entronca con la idea de desaprender, un esfuerzo que requiere distanciarse de los modelos ya asumidos para analizarlos, desmontarlos cuando sea preciso y reconstruirlos de nuevas maneras.
El Design Thinking pone en el centro a las personas. Haciendo uso de la empatía, el design thinker se mete en los zapatos de los usuarios y las personas implicadas en un proceso, para comprender cómo interactúan en sus contextos y culturas particulares, y de este modo, identificar obstáculos y crear alternativas para superarlos.
Una de las características del Design Thinking es que es un proceso iterativo, alineado con la idea del “BETA constante”, es decir que cambia la concepción del trabajo como algo cerrado con una entrega final y definitiva, para cambiarla por un proceso de transformación constante, que requiere generar ideas creativas que son confrontadas continuamente con el usuario.
Sin embargo el Design Thinking es mucho más que una metodología de trabajo, es una actitud. Parte de la observación, la empatía y la búsqueda de oportunidades en el entorno. Una forma de abordar la innovación, ante un escenario incierto y cambiante.